domingo, 30 de diciembre de 2012

A favor de la literatura y el cine fantástico

La mayoría de la gente que me conoce sabe que cuando tenía 6 años mi papá me comenzó a contar, en base al libro (adaptándolo a mi edad), la saga de "El Señor de los Anillos". A los 9 me leyeron en la primaria "Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero". A los 11 lo volví a leer y luego el resto de la saga. Hace un año vi las series "Juego de tronos" y "Los pilares de la tierra" (cuyo libro estoy a punto de comenzar); y este año casi terminado vi "Choque de reyes". En fin, es evidente que la fantasía y la ciencia ficción han sido y seguirán siendo (me alegra decirlo) parte de mi vida. Al principio porque me lo inculcaron y ahora, porque lo decido yo.
Ayer me encontraba en una reunión con unos amigos-vecinos de mi tío de España. Habían dos hombres, entre 40 y 50 años fanáticos de El Señor de los Anillos. Las mujeres no estaban muy interesadas y había una unos años más mayor que escuchaba nuestra conversación sobre la mencionada trilogía. Escuché su comentario a mi tía: "Estos se suponen que son hombres hechos y derechos, ¿y andan hablando de elfos y enanos?". Ok, es otra generación, pero el comentario me hizo reflexionar en silencio, por supuesto que no me iba a poner a discutir con la señora. Pero pienso muy distinto. Y en realidad no creo que sea una cuestión generacional, ya que mis amigos, mis pares, también comentan que la fantasía o las películas/libros de ese género no tienen sentido ni sirven para nada. Su opinión es totalmente respetable. Sin embargo la mía es diferente, y ya que este es mi blog, me atrevo a defenderla.
Desde el punto "real vs. irreal", la fantasía es una imagen de la realidad. Se basa principalmente en elementos míticos y legendarios, los cuales fueron ideados por los hombres y que pasó de boca en boca a través de miles de generaciones y por alguna razón que desconozco, hay ciertos íconos: dragones, magos, hadas, etc. El hombre como ser humano es cien por ciento real y considero que las ideas son iguales, a pesar de no ser tangibles. Los sentimientos tampoco lo son, sin embargo hay días que me siento feliz, otros enamorada, otros malhumorada, otros triste, melancólica, y así infinitamente. Por lo tanto... ¿qué tan irreal es la fantasía? Ella busca inocentemente explicar la realidad de otra forma, quizás hacerla más amena, más entretenida, diferente. En el caso de Las crónicas de Narnia, es incuestionable el gran tinte religioso que tiene. Uno puede estar de acuerdo o no, tener la misma ideología o no, pero es eso, por un lado: religión en fantasía. Planteada en un mundo paralelo a este. Y a esto lo acompaña una increíble cantidad de valores, comenzando por la fraternidad. Por otro lado, y con una mayor complejidad, se encuentra El señor de los anillos. Esa saga no deja de conmoverme NUNCA, siendo que la conozco de hace 12 años. Su forma de describir y platear la amistad, el amor, la diferencia entre el bien y el mal, la capacidad del poder en sí para corromper a la humanidad, etc. es algo que me da vuelta la cabeza. Y que me hace ver que lejos de no tener sentido, la fantasía nos muestra a la humanidad y al mundo de una manera que rompe con lo rutinario, que nos abre la mente y nos hace vivir de un modo mucho más sensible y libre. Al menos eso es lo que yo pienso y con las ideas que me he criado, y soy testigo de esa forma de vida. Aprovecho para agradecer a mi padre por habérmelo inculcado y seguir compartiendo conmigo hasta el día de hoy su amor a la fantasía y a la ciencia ficción; y también a mi madre por apoyarme en esta forma mía de ser y darme esa libertad.

viernes, 28 de diciembre de 2012

2012, el año de los sueños hechos realidad...¿o de realidades soñadas?

2012... Para muchos el año del fin del mundo, para otros un número importante y con mucha "presencia"... Miles de expectativas para este año que finaliza tuvimos todos, como lo tenemos para el día a día.
Personalmente, mis expectativas fueron superadas. Siempre existen las jornadas positivas, las que no lo son tanto, las horas de angustia, de alegría, de llanto y de risa. Sin embargo, han habido momentos incomparables para mí y que no los cambiaría por absolutamente nada de este mundo.
Empecemos por el por qué de esta foto que acompaña lo que escribo: el Big Ben y el Parlamento Británico, en Londres. Aunque esa imagen se usa para postales y es fácil conseguirla en Internet, me emociona decir que en este caso, mi cámara y mis manos fueron las que capturaron ese paisaje. Hace 6 años soñaba, literalmente, con conocer esa ciudad. Y ahí estuve. Es inexplicable: no poder dormir la primer noche por la ansiedad y emoción de estar cumpliendo un sueño, no poder creer que estás ahí y cuando te estás por volver que las lágrimas comiencen a caer a causa de la felicidad y a la vez por la tristeza de tener que irte. Realmente esa mezcla de sentimientos no tiene precio.
Por otro lado está la parte emocional del año. En este plano lo que puede llegar a resumir todo es que siento que crecí. Que ya no soy una nena, que me he empezado a enfrentar al mundo que me toca y quizás sea más duro en un futuro...pero sigue siendo hermoso. Estos últimos 365 días han sido de puros cambios. Y antes, odiaba la metamorfosis, me daba hasta miedo. Sin embargo he descubierto que el hecho de que las cosas, personas y situaciones se modifiquen, no es algo malo, sino enriquecedor. Principalmente conocer gente nueva es algo maravilloso y así uno descubre lo especial que es el ser humano: nadie es igual a nadie, todos somos únicos y a la vez nos asemejamos por ser humanos. Pero es hermoso descubrir cómo cada vez que sentís que perdés por parte de alguien, ganas por parte de otro. Que siempre están el dar y el recibir, de la mano. Si sabemos mirar, nunca vamos a estar vacíos. Simplemente (en realidad, no es tan sencillo) hay que aprender a observar, estar atento, ser curioso y buscar. Quien busca, siempre encuentra. Todo esto ha sido difícil de comprender para mí durante mis 18 años, pero finalmente estoy viendo cómo la Tierra gira y cómo el mundo se maneja. Es obvio que es un comienzo de un aprendizaje, pero estoy feliz de empezar a entenderlo y tengo mucha curiosidad por seguir descubriendo, porque sé que hay un largo camino todavía. Supongo que la clave para satisfacer ese deseo es "carpe diem"...aprovechar el día y no sólo la jornada como un lapso de 24 horas, sino cada segundo de cada uno de esos 60 minutos.
En conclusión, con respecto al título de esta entrada, elijo quedarme con la segunda parte: el 2012 ha sido un año de realidades soñadas. Porque la realidad ha superado la fantasía, una vez más.

domingo, 25 de noviembre de 2012

La Amistad


“El nombre de amigo es corriente,
Pero la fe en la amistad es rara.”
-Fedro
                
Hace unos siete años conocí a mi mejor amiga, quien hoy es más bien mi hermana. Yo soy parte de su familia y ella de la mía. Hace casi tres, a mi mejor amigo. Tengo una tendencia a compartir un poco más la amistad con los hombres (apenas, no mucho), debido a que me gusta aprender de su practicidad para las cosas y las situaciones. Me permite llegar a un punto medio e intentar saber dimensionar los asuntos con la dimensión que deben tener: ni sobrestimándolas ni subestimándolas. Mi mejor amigo es el que más me enseña sobre eso, y gracias a las dos personas que mencioné he formado mi propio concepto de la amistad…el cual creo que lo debe formar cada persona por su cuenta, y dicha palabra no debería existir en el diccionario: pues no se puede explicar con palabras.
                Yo creo que la amistad son mis amigos. Cada uno tiene una cualidad que quiero aprender de ellos: la sensibilidad, la fuerza de voluntad, la honestidad, la diversión, el cariño, el oído, los consejos, la pasión, la inteligencia, la curiosidad, la sabiduría. Mis amigos son parte de mí misma, son otras personas, pero sus almas son pequeñas pulgadas de la mía. Lo lindo de la amistad es eso: nunca se sabe qué es hasta que se vive, y con cada persona que se vive, es diferente su concepto. Lo más difícil es tener paciencia hasta que ella llegue y a que se presente ante nuestros ojos. No es fácil reconocer a un amigo cuando se lo ve por primera vez. Nos podemos fallar, nos podemos equivocar, hasta nos podemos traicionar el uno al otro y el otro al uno. Lo importante es, a través de esos errores, no equivocarnos en no darnos una oportunidad más: las que sean necesarias. Un amigo no es el que está en las buenas, ni tampoco el que está sólo en las malas: es, literalmente, quien está en ambas. Tal vez no tenga palabras, no sepa qué decirnos, tampoco sepa qué hacer. La verdadera comunicación entre los amigos son los abrazos, y a través de ellos se los reconoce, cuando un abrazo te hace nacer de nuevo, te hace querer llorar de emoción y reír de alegría, te hace respirar profundamente como si lo estuviéramos haciendo por primera vez. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

"Vestiduras" de Khalil Gibrán

Vestiduras

   Cierto día la Belleza y la Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron: 
   - Beñémosnos en el mar.
   Entonces se desnudaron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde la Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de la Belleza, y luego partió.
   La Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para andar desnuda, así que se vistió con las ropas de la Fealdad. Y la Belleza también siguió su camino. 
  Y hasta hoy día hombres y mujeres confunden una con la otra. 
  Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de la Belleza y la reconocen aunque no lleve sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de la Fealdad, y sus ropas no la ocultan a sus ojos.

martes, 30 de octubre de 2012

Envidia



La envidia es una declaración de inferioridad.

-    Napoleón Bonaparte
 
Hay días en que me pregunto qué es la envidia. No termino de entender si es un elogio hacia una persona o un insulto a uno mismo. No termino de entender si es causada por el sujeto activo o pasivo que participa en ella… o por qué a veces hay un activo que provoca envidia a propósito en un pasivo.
Está en todas partes: en la familia, en el colegio, en la facultad, en el trabajo, en los “amigos” (estimado lector: si alguien a quien usted llama amigo lo envidia o usted le envidia a él, deje de llamarlo así y de mentirse a usted mismo…pronto escribiré una entrada sobre ese tema), en mi caso también en una academia de danzas árabes. Éste ámbito es complicado, imaginen. Una danza sensual y exhibidora, donde gran parte de quien la practica lo hace sólo para lucirse en un escenario, para mostrarse y ser admirado. Mientras otros, pocos, se dedican a seguir sus sentimientos y pasiones y a hacer que esas pasiones sean realidades en sus vidas. Creo que eso es lo realmente envidiable. Pero tampoco se justifica. 
De todas formas, creo que no hay peor hábitat para la envidia que en la amistad. O al menos eso creo yo, quizás valoro demasiado a los amigos y tiendo a la idealización con ellos, pero no concibo la envidia en una amistad. Es una cuestión rara este sentimiento tan degradante, ni siquiera creo que merece ser llamado "sentimiento", sentir es algo demasiado lindo. Pero no, la envidia nos frena, y a los que somos envidiados con maldad, nos hiere profundamente. Ser envidiado en general incluye a un objeto o una persona por la cual se envidia, eso es lo peor del caso. Y lo peor de lo peor, es cuando es con una persona, porque generalmente se trata de alguien a quien apreciamos demasiado. Pero hay que pensar en los otros, y jugársela por quien uno quiere...confiar en las personas que amamos. Sin confianza no hay amor.
He aprendido que a las personas “envidiables”, hay que cambiarles esa etiqueta por una que diga “admirables”. ¿Quién es una persona admirable? Aquella que tiene una cualidad que nosotros no tengamos y que nos parezca positiva al cien por ciento. Por lo tanto, todos podemos ser admirados y todos podemos admirar. ¿Qué diferencia a la envidia de la admiración? Que en esta última uno reconoce su carencia y la presencia de aquella cualidad en el otro y lo toma como aprendizaje para aplicarlo en su vida. Admiren, no envidien. Aprendan, no se amarguen. Sean felices, no infelices ante la felicidad del otro.

viernes, 26 de octubre de 2012

Como El Principito


Leí “El Principito” cuando era muy niña…quizás demasiado. En realidad tampoco lo leí, simplemente lo escuchaba en una grabación que me regalaron. Creo que no lo había entendido bien, lo cual es irónico, ya que coincido con Saint-Exupéry al decir que la gente grande es muy extraña…es decir, habría supuesto que al leer el Principito a los 18 años tendría mucha menos posibilidad de comprenderlo que cuando era pequeña…habría estado perdida.
Para mi sorpresa, haberlo leído en este día resultó un gran remedio…en realidad no, no cura mis enfermedades. Pero fue como encontrar a alguien que tiene dolor de estómago cuando vos también lo tenés, o alguien que tiene fiebre cuando sufrís de la misma migraña. Causalmente (quien me conoce sabe muy bien que no creo en las coincidencias ni en las casualidades), quien me regaló aquél viejo cassette con la grabación del relato, me ha pedido ayuda con una presentación de música para leer la mencionada obra. Es por eso, principalmente, que había decidido leerla de nuevo.
Acompañé a mi mamá, quien me regaló el libro, al hospital, y mientras esperábamos, después de cuatro horas de ensayo con la música; me decidí a terminar de leerlo. La sensación de idiotez cuando se está llorando solo en un hospital a altas horas de la noche es inefable. Me sentí así, y vi todo mi alrededor…sólo encontré más idiotez y recordé al Principito diciendo: “Definitivamente la gente grande es muy extraña”. De repente, me descubrí a mí misma en ese niño de cabellos dorados, que venía de otro planeta, el asteroide B612, que amaba a su rosa y que había domesticado a un zorro. En ese instante recordé a mi rosa y mi zorro, miré a las estrellas al salir a la farmacia a comprar algunas cosas para la salud…de esas que necesitamos la gente grande para sobrevivir en el planeta Tierra. Cuando la luz de las estrellas, planetas o asteroides se reflejaron en mis ojos, las escuché reír. Recordé, principalmente la risa de mi rosa. Mi rosa está lejos…mi rosa es orgullosa…pero es única es mi mundo. Todos los días veo miles que intentan parecerse a ella, pero en mi planeta es única, no habrá nunca ninguna que se le puede comparar. Es única por el simple hecho de cómo la he cuidado, por ser la que le ha secado sus lágrimas y ha consolado las mías. Porque ninguna otra rosa puede realmente abrazarme como a mí me gusta que me abracen. Porque nadie puede ni sabe cuidarla ni amarla como yo lo hago. Esa es mi rosa en mi planeta. Pero la extraño y amo…parece que la gente grande no comprende eso…está demasiado ocupada sacando cuentas, tratando de gobernar y reinar y esforzándose por ser admirados.
Ahora hablo de mi zorro, al que domestiqué y me ha domesticado. En este caso, creo que yo ocuparía más el de domesticado que el de domesticador, pero creo que en la amistad siempre se tiene ambos papeles. Al igual que en el libro, espero la llegada de mi amigo desde las 3, pero sabe que arribará a las 4 y ansioso lo quiere ver…porque cuando se trata de él, todo lo que parece insignificante se vuelve esencial. Lo esencial es invisible a los ojos. Mi zorro es esencial: cuando se lo mira con los ojos, es un zorro como cualquier otro, hasta pasa por desapercibido entre la muchedumbre. Pero si estás buscando con el corazón a un zorro con deseos de que lo ames, de amarte, de ser el mejor y más leal amigo que en tu vida puedas llegar a tener, lo reconocerás con facilidad. Hará de cada momento que pases junto a él, un rito…será mucho más importante que cualquier otro momento de tu vida. Necesito cuidar a mi zorro…estamos domesticados y es mi responsabilidad para siempre como mi rosa. Son tan importantes en mi planeta… Tengo que ser un buen príncipe, o en mi caso una buena princesa y cuidarlos. Son únicos.
Temo que mi zorro sea asesinado por un cazador y temo no poder cuidar a mi rosa a la distancia. Lo único que quiero es seguir cuidándola del frío, de los baobabs y de los corderos. Quiero cada mañana quedarme perpleja con su belleza. Quiero seguir escuchando los sabios consejos de mi amigo, el zorro, no puedo permitir que se vuelva una persona grande, olvidará que es único para mí.
Me separa un gran abismo de mi rosa y mi zorro, necesito poder volver con ellos. La gente grande dice que me ocupe de cosas serias, como ellos. ¿Y no es serio ni importante que una flor única y un zorro único estén solos en su planeta, en mi planeta? ¿No es serio tener miedo a perder lo que alegra y da vida a mi mundo? ¿Tan poca cosa creen que son, que sacar cuentas y escribir papeles es más importante que ellos?

domingo, 14 de octubre de 2012

Dignidad: ¿Ser y parecer?


“La capacidad de tomar decisiones de una forma
Libre y racional le otorga dignidad a los seres
 Humanos”.
-Stephen Law
               
               Hace tiempo considero que mi concepto de dignidad es muy diferente al de la mayoría. No termino de entender por qué el mío estaría mal. No juzgo el de quien piense distinto, sólo quiero defender el mío contra quienes lo juzgan (que, a propósito, son más de uno). Aquí voy entonces con mis argumentos.
                El otro día me dijeron la frase “hay que ser y parecer”. Paso a analizar la primera parte. ¿Ser qué? Quiero pensar que se refiere a ser lo que uno es en sí, lo que realmente es por dentro. Es decir, no ser lo que los otros quieren que seamos. El ser se manifiesta en las acciones, según mi opinión. Ser es hacer, hacer de acuerdo a lo que mi razón y corazón quieren que haga. Si hago lo que la razón y el corazón de otro quieren, no estoy siendo yo, estoy siendo casi ese otro. La  segunda parte: ¿Parecer? Personalmente eliminaría esa parte. Si soy, parezco lo que soy. ¿Parecer qué y para quién? Soy yo y me parezco a eso que soy y para mí mismo. No tiene sentido ser ni parecer para otro, en todo caso hay que preguntarse: la otra persona, ¿haría lo mismo para nosotros? No, porque no tiene por qué hacerlo si va en contra de su voluntad. Ese mismo derecho tiene cada uno de nosotros. Todo hombre es libre de decidir por su cuenta. Hacer eso y hacerlo por el bien común (no se puede hacer el bien para todos, nadie tiene el mismo concepto de bien y no pueden las mismas cosas hacernos felices a todos) es ser una persona digna de ser beneficiada también por ese bien común. Eso es la dignidad. Hay que ser uno mismo. Para ser uno mismo hay que saber quién soy y respetarme tal cual soy. Porque si no me respeto yo mismo, nadie lo va a hacer. Lograremos que a lo sumo nos tengan compasión, pero jamás respeto.