viernes, 26 de octubre de 2012

Como El Principito


Leí “El Principito” cuando era muy niña…quizás demasiado. En realidad tampoco lo leí, simplemente lo escuchaba en una grabación que me regalaron. Creo que no lo había entendido bien, lo cual es irónico, ya que coincido con Saint-Exupéry al decir que la gente grande es muy extraña…es decir, habría supuesto que al leer el Principito a los 18 años tendría mucha menos posibilidad de comprenderlo que cuando era pequeña…habría estado perdida.
Para mi sorpresa, haberlo leído en este día resultó un gran remedio…en realidad no, no cura mis enfermedades. Pero fue como encontrar a alguien que tiene dolor de estómago cuando vos también lo tenés, o alguien que tiene fiebre cuando sufrís de la misma migraña. Causalmente (quien me conoce sabe muy bien que no creo en las coincidencias ni en las casualidades), quien me regaló aquél viejo cassette con la grabación del relato, me ha pedido ayuda con una presentación de música para leer la mencionada obra. Es por eso, principalmente, que había decidido leerla de nuevo.
Acompañé a mi mamá, quien me regaló el libro, al hospital, y mientras esperábamos, después de cuatro horas de ensayo con la música; me decidí a terminar de leerlo. La sensación de idiotez cuando se está llorando solo en un hospital a altas horas de la noche es inefable. Me sentí así, y vi todo mi alrededor…sólo encontré más idiotez y recordé al Principito diciendo: “Definitivamente la gente grande es muy extraña”. De repente, me descubrí a mí misma en ese niño de cabellos dorados, que venía de otro planeta, el asteroide B612, que amaba a su rosa y que había domesticado a un zorro. En ese instante recordé a mi rosa y mi zorro, miré a las estrellas al salir a la farmacia a comprar algunas cosas para la salud…de esas que necesitamos la gente grande para sobrevivir en el planeta Tierra. Cuando la luz de las estrellas, planetas o asteroides se reflejaron en mis ojos, las escuché reír. Recordé, principalmente la risa de mi rosa. Mi rosa está lejos…mi rosa es orgullosa…pero es única es mi mundo. Todos los días veo miles que intentan parecerse a ella, pero en mi planeta es única, no habrá nunca ninguna que se le puede comparar. Es única por el simple hecho de cómo la he cuidado, por ser la que le ha secado sus lágrimas y ha consolado las mías. Porque ninguna otra rosa puede realmente abrazarme como a mí me gusta que me abracen. Porque nadie puede ni sabe cuidarla ni amarla como yo lo hago. Esa es mi rosa en mi planeta. Pero la extraño y amo…parece que la gente grande no comprende eso…está demasiado ocupada sacando cuentas, tratando de gobernar y reinar y esforzándose por ser admirados.
Ahora hablo de mi zorro, al que domestiqué y me ha domesticado. En este caso, creo que yo ocuparía más el de domesticado que el de domesticador, pero creo que en la amistad siempre se tiene ambos papeles. Al igual que en el libro, espero la llegada de mi amigo desde las 3, pero sabe que arribará a las 4 y ansioso lo quiere ver…porque cuando se trata de él, todo lo que parece insignificante se vuelve esencial. Lo esencial es invisible a los ojos. Mi zorro es esencial: cuando se lo mira con los ojos, es un zorro como cualquier otro, hasta pasa por desapercibido entre la muchedumbre. Pero si estás buscando con el corazón a un zorro con deseos de que lo ames, de amarte, de ser el mejor y más leal amigo que en tu vida puedas llegar a tener, lo reconocerás con facilidad. Hará de cada momento que pases junto a él, un rito…será mucho más importante que cualquier otro momento de tu vida. Necesito cuidar a mi zorro…estamos domesticados y es mi responsabilidad para siempre como mi rosa. Son tan importantes en mi planeta… Tengo que ser un buen príncipe, o en mi caso una buena princesa y cuidarlos. Son únicos.
Temo que mi zorro sea asesinado por un cazador y temo no poder cuidar a mi rosa a la distancia. Lo único que quiero es seguir cuidándola del frío, de los baobabs y de los corderos. Quiero cada mañana quedarme perpleja con su belleza. Quiero seguir escuchando los sabios consejos de mi amigo, el zorro, no puedo permitir que se vuelva una persona grande, olvidará que es único para mí.
Me separa un gran abismo de mi rosa y mi zorro, necesito poder volver con ellos. La gente grande dice que me ocupe de cosas serias, como ellos. ¿Y no es serio ni importante que una flor única y un zorro único estén solos en su planeta, en mi planeta? ¿No es serio tener miedo a perder lo que alegra y da vida a mi mundo? ¿Tan poca cosa creen que son, que sacar cuentas y escribir papeles es más importante que ellos?

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