Leí “El
Principito” cuando era muy niña…quizás demasiado. En realidad tampoco lo leí,
simplemente lo escuchaba en una grabación que me regalaron. Creo que no lo
había entendido bien, lo cual es irónico, ya que coincido con Saint-Exupéry al
decir que la gente grande es muy extraña…es decir, habría supuesto que al leer
el Principito a los 18 años tendría mucha menos posibilidad de comprenderlo que
cuando era pequeña…habría estado perdida.
Para
mi sorpresa, haberlo leído en este día resultó un gran remedio…en realidad no,
no cura mis enfermedades. Pero fue como encontrar a alguien que tiene dolor de
estómago cuando vos también lo tenés, o alguien que tiene fiebre cuando sufrís
de la misma migraña. Causalmente (quien me conoce sabe muy bien que no creo en
las coincidencias ni en las casualidades), quien me regaló aquél viejo cassette
con la grabación del relato, me ha pedido ayuda con una presentación de música para
leer la mencionada obra. Es por eso, principalmente, que había decidido leerla
de nuevo.
Acompañé
a mi mamá, quien me regaló el libro, al hospital, y mientras esperábamos,
después de cuatro horas de ensayo con la música; me decidí a terminar de
leerlo. La sensación de idiotez cuando se está llorando solo en un hospital a
altas horas de la noche es inefable. Me sentí así, y vi todo mi alrededor…sólo
encontré más idiotez y recordé al Principito diciendo: “Definitivamente la
gente grande es muy extraña”. De repente, me descubrí a mí misma en ese niño de
cabellos dorados, que venía de otro planeta, el asteroide B612, que amaba a su
rosa y que había domesticado a un zorro. En ese instante recordé a mi rosa y mi
zorro, miré a las estrellas al salir a la farmacia a comprar algunas cosas para
la salud…de esas que necesitamos la gente grande para sobrevivir en el planeta
Tierra. Cuando la luz de las estrellas, planetas o asteroides se reflejaron en
mis ojos, las escuché reír. Recordé, principalmente la risa de mi rosa. Mi rosa
está lejos…mi rosa es orgullosa…pero es única es mi mundo. Todos los días veo
miles que intentan parecerse a ella, pero en mi planeta es única, no habrá
nunca ninguna que se le puede comparar. Es única por el simple hecho de cómo la
he cuidado, por ser la que le ha secado sus lágrimas y ha consolado las mías.
Porque ninguna otra rosa puede realmente abrazarme como a mí me gusta que me
abracen. Porque nadie puede ni sabe cuidarla ni amarla como yo lo hago. Esa es
mi rosa en mi planeta. Pero la extraño y amo…parece que la gente grande no
comprende eso…está demasiado ocupada sacando cuentas, tratando de gobernar y
reinar y esforzándose por ser admirados.
Ahora
hablo de mi zorro, al que domestiqué y me ha domesticado. En este caso, creo
que yo ocuparía más el de domesticado que el de domesticador, pero creo que en
la amistad siempre se tiene ambos papeles. Al igual que en el libro, espero la
llegada de mi amigo desde las 3, pero sabe que arribará a las 4 y ansioso lo
quiere ver…porque cuando se trata de él, todo lo que parece insignificante se
vuelve esencial. Lo esencial es invisible a los ojos. Mi zorro es esencial:
cuando se lo mira con los ojos, es un zorro como cualquier otro, hasta pasa por
desapercibido entre la muchedumbre. Pero si estás buscando con el corazón a un
zorro con deseos de que lo ames, de amarte, de ser el mejor y más leal amigo
que en tu vida puedas llegar a tener, lo reconocerás con facilidad. Hará de
cada momento que pases junto a él, un rito…será mucho más importante que
cualquier otro momento de tu vida. Necesito cuidar a mi zorro…estamos
domesticados y es mi responsabilidad para siempre como mi rosa. Son tan
importantes en mi planeta… Tengo que ser un buen príncipe, o en mi caso una
buena princesa y cuidarlos. Son únicos.
Temo
que mi zorro sea asesinado por un cazador y temo no poder cuidar a mi rosa a la
distancia. Lo único que quiero es seguir cuidándola del frío, de los baobabs y
de los corderos. Quiero cada mañana quedarme perpleja con su belleza. Quiero
seguir escuchando los sabios consejos de mi amigo, el zorro, no puedo permitir
que se vuelva una persona grande, olvidará que es único para mí.
Me
separa un gran abismo de mi rosa y mi zorro, necesito poder volver con ellos.
La gente grande dice que me ocupe de cosas serias, como ellos. ¿Y no es serio
ni importante que una flor única y un zorro único estén solos en su planeta, en
mi planeta? ¿No es serio tener miedo a perder lo que alegra y da vida a mi
mundo? ¿Tan poca cosa creen que son, que sacar cuentas y escribir papeles es
más importante que ellos?
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