martes, 30 de octubre de 2012

Envidia



La envidia es una declaración de inferioridad.

-    Napoleón Bonaparte
 
Hay días en que me pregunto qué es la envidia. No termino de entender si es un elogio hacia una persona o un insulto a uno mismo. No termino de entender si es causada por el sujeto activo o pasivo que participa en ella… o por qué a veces hay un activo que provoca envidia a propósito en un pasivo.
Está en todas partes: en la familia, en el colegio, en la facultad, en el trabajo, en los “amigos” (estimado lector: si alguien a quien usted llama amigo lo envidia o usted le envidia a él, deje de llamarlo así y de mentirse a usted mismo…pronto escribiré una entrada sobre ese tema), en mi caso también en una academia de danzas árabes. Éste ámbito es complicado, imaginen. Una danza sensual y exhibidora, donde gran parte de quien la practica lo hace sólo para lucirse en un escenario, para mostrarse y ser admirado. Mientras otros, pocos, se dedican a seguir sus sentimientos y pasiones y a hacer que esas pasiones sean realidades en sus vidas. Creo que eso es lo realmente envidiable. Pero tampoco se justifica. 
De todas formas, creo que no hay peor hábitat para la envidia que en la amistad. O al menos eso creo yo, quizás valoro demasiado a los amigos y tiendo a la idealización con ellos, pero no concibo la envidia en una amistad. Es una cuestión rara este sentimiento tan degradante, ni siquiera creo que merece ser llamado "sentimiento", sentir es algo demasiado lindo. Pero no, la envidia nos frena, y a los que somos envidiados con maldad, nos hiere profundamente. Ser envidiado en general incluye a un objeto o una persona por la cual se envidia, eso es lo peor del caso. Y lo peor de lo peor, es cuando es con una persona, porque generalmente se trata de alguien a quien apreciamos demasiado. Pero hay que pensar en los otros, y jugársela por quien uno quiere...confiar en las personas que amamos. Sin confianza no hay amor.
He aprendido que a las personas “envidiables”, hay que cambiarles esa etiqueta por una que diga “admirables”. ¿Quién es una persona admirable? Aquella que tiene una cualidad que nosotros no tengamos y que nos parezca positiva al cien por ciento. Por lo tanto, todos podemos ser admirados y todos podemos admirar. ¿Qué diferencia a la envidia de la admiración? Que en esta última uno reconoce su carencia y la presencia de aquella cualidad en el otro y lo toma como aprendizaje para aplicarlo en su vida. Admiren, no envidien. Aprendan, no se amarguen. Sean felices, no infelices ante la felicidad del otro.

viernes, 26 de octubre de 2012

Como El Principito


Leí “El Principito” cuando era muy niña…quizás demasiado. En realidad tampoco lo leí, simplemente lo escuchaba en una grabación que me regalaron. Creo que no lo había entendido bien, lo cual es irónico, ya que coincido con Saint-Exupéry al decir que la gente grande es muy extraña…es decir, habría supuesto que al leer el Principito a los 18 años tendría mucha menos posibilidad de comprenderlo que cuando era pequeña…habría estado perdida.
Para mi sorpresa, haberlo leído en este día resultó un gran remedio…en realidad no, no cura mis enfermedades. Pero fue como encontrar a alguien que tiene dolor de estómago cuando vos también lo tenés, o alguien que tiene fiebre cuando sufrís de la misma migraña. Causalmente (quien me conoce sabe muy bien que no creo en las coincidencias ni en las casualidades), quien me regaló aquél viejo cassette con la grabación del relato, me ha pedido ayuda con una presentación de música para leer la mencionada obra. Es por eso, principalmente, que había decidido leerla de nuevo.
Acompañé a mi mamá, quien me regaló el libro, al hospital, y mientras esperábamos, después de cuatro horas de ensayo con la música; me decidí a terminar de leerlo. La sensación de idiotez cuando se está llorando solo en un hospital a altas horas de la noche es inefable. Me sentí así, y vi todo mi alrededor…sólo encontré más idiotez y recordé al Principito diciendo: “Definitivamente la gente grande es muy extraña”. De repente, me descubrí a mí misma en ese niño de cabellos dorados, que venía de otro planeta, el asteroide B612, que amaba a su rosa y que había domesticado a un zorro. En ese instante recordé a mi rosa y mi zorro, miré a las estrellas al salir a la farmacia a comprar algunas cosas para la salud…de esas que necesitamos la gente grande para sobrevivir en el planeta Tierra. Cuando la luz de las estrellas, planetas o asteroides se reflejaron en mis ojos, las escuché reír. Recordé, principalmente la risa de mi rosa. Mi rosa está lejos…mi rosa es orgullosa…pero es única es mi mundo. Todos los días veo miles que intentan parecerse a ella, pero en mi planeta es única, no habrá nunca ninguna que se le puede comparar. Es única por el simple hecho de cómo la he cuidado, por ser la que le ha secado sus lágrimas y ha consolado las mías. Porque ninguna otra rosa puede realmente abrazarme como a mí me gusta que me abracen. Porque nadie puede ni sabe cuidarla ni amarla como yo lo hago. Esa es mi rosa en mi planeta. Pero la extraño y amo…parece que la gente grande no comprende eso…está demasiado ocupada sacando cuentas, tratando de gobernar y reinar y esforzándose por ser admirados.
Ahora hablo de mi zorro, al que domestiqué y me ha domesticado. En este caso, creo que yo ocuparía más el de domesticado que el de domesticador, pero creo que en la amistad siempre se tiene ambos papeles. Al igual que en el libro, espero la llegada de mi amigo desde las 3, pero sabe que arribará a las 4 y ansioso lo quiere ver…porque cuando se trata de él, todo lo que parece insignificante se vuelve esencial. Lo esencial es invisible a los ojos. Mi zorro es esencial: cuando se lo mira con los ojos, es un zorro como cualquier otro, hasta pasa por desapercibido entre la muchedumbre. Pero si estás buscando con el corazón a un zorro con deseos de que lo ames, de amarte, de ser el mejor y más leal amigo que en tu vida puedas llegar a tener, lo reconocerás con facilidad. Hará de cada momento que pases junto a él, un rito…será mucho más importante que cualquier otro momento de tu vida. Necesito cuidar a mi zorro…estamos domesticados y es mi responsabilidad para siempre como mi rosa. Son tan importantes en mi planeta… Tengo que ser un buen príncipe, o en mi caso una buena princesa y cuidarlos. Son únicos.
Temo que mi zorro sea asesinado por un cazador y temo no poder cuidar a mi rosa a la distancia. Lo único que quiero es seguir cuidándola del frío, de los baobabs y de los corderos. Quiero cada mañana quedarme perpleja con su belleza. Quiero seguir escuchando los sabios consejos de mi amigo, el zorro, no puedo permitir que se vuelva una persona grande, olvidará que es único para mí.
Me separa un gran abismo de mi rosa y mi zorro, necesito poder volver con ellos. La gente grande dice que me ocupe de cosas serias, como ellos. ¿Y no es serio ni importante que una flor única y un zorro único estén solos en su planeta, en mi planeta? ¿No es serio tener miedo a perder lo que alegra y da vida a mi mundo? ¿Tan poca cosa creen que son, que sacar cuentas y escribir papeles es más importante que ellos?

domingo, 14 de octubre de 2012

Dignidad: ¿Ser y parecer?


“La capacidad de tomar decisiones de una forma
Libre y racional le otorga dignidad a los seres
 Humanos”.
-Stephen Law
               
               Hace tiempo considero que mi concepto de dignidad es muy diferente al de la mayoría. No termino de entender por qué el mío estaría mal. No juzgo el de quien piense distinto, sólo quiero defender el mío contra quienes lo juzgan (que, a propósito, son más de uno). Aquí voy entonces con mis argumentos.
                El otro día me dijeron la frase “hay que ser y parecer”. Paso a analizar la primera parte. ¿Ser qué? Quiero pensar que se refiere a ser lo que uno es en sí, lo que realmente es por dentro. Es decir, no ser lo que los otros quieren que seamos. El ser se manifiesta en las acciones, según mi opinión. Ser es hacer, hacer de acuerdo a lo que mi razón y corazón quieren que haga. Si hago lo que la razón y el corazón de otro quieren, no estoy siendo yo, estoy siendo casi ese otro. La  segunda parte: ¿Parecer? Personalmente eliminaría esa parte. Si soy, parezco lo que soy. ¿Parecer qué y para quién? Soy yo y me parezco a eso que soy y para mí mismo. No tiene sentido ser ni parecer para otro, en todo caso hay que preguntarse: la otra persona, ¿haría lo mismo para nosotros? No, porque no tiene por qué hacerlo si va en contra de su voluntad. Ese mismo derecho tiene cada uno de nosotros. Todo hombre es libre de decidir por su cuenta. Hacer eso y hacerlo por el bien común (no se puede hacer el bien para todos, nadie tiene el mismo concepto de bien y no pueden las mismas cosas hacernos felices a todos) es ser una persona digna de ser beneficiada también por ese bien común. Eso es la dignidad. Hay que ser uno mismo. Para ser uno mismo hay que saber quién soy y respetarme tal cual soy. Porque si no me respeto yo mismo, nadie lo va a hacer. Lograremos que a lo sumo nos tengan compasión, pero jamás respeto.