viernes, 13 de diciembre de 2013

No es fácil amar a la gente que vuela

No es fácil amar a la gente que vuela. Es imposible amar sin querer que el ser amado se quede siempre con vos, a tu lado. Por eso es difícil, porque cuando vuelan, se van y ya no están más. No les podés seguir el ritmo, es complicado entender si van más acelerados o más lentos que uno. Van y vienen, una y otra vez. Son soñadores, vinieron al mundo junto con sus sueños y se irán habiéndolos cumplido tal y como lo soñaron. Hasta entonces, cualquier otro fenómeno en su vida es eso: un fenómeno. Incluso una interrupción en su camino. Tal vez te quieran, tal vez también te amen, tal vez seas muy importante en su vida. Pero nunca lo serás más que su meta.

Son difíciles de entender. Y sobre todo difíciles de amar. ¿Por qué? Porque libertad es otra cosa para ellos. Libertad es volar, no amar.

Tampoco es fácil amar a los sensibles. Ser sensible es un arma de doble filo, una moneda que, como todas, tiene dos caras. Nos es sencillo pasar del amor al odio en un abrir y cerrar de ojos. Pero nunca odiamos de verdad, es sólo una sensación. Cuando nos confundimos de esa manera es cuando quienes amamos nos han lastimado de la peor manera que podían. Recibirás todo el amor, el cariño, la contención y comprensión de parte de nosotros. Pero también puede que recibas muchos comentarios desagradables, insultos e improperios de nuestra parte si estamos lastimados. En esos momentos no sabemos si queremos estar solos o si queremos estar abrazados a alguien. Por eso es difícil que aciertes sobre qué hacer con nosotros en esos momentos. Pero amamos incondicionalmente.

Tampoco es fácil amar a la gente fría, ni a los mentirosos, ni a los volubles, ni…


¿Quién dijo que amar fuera fácil? 

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